Angélica Francisca, Clara Patricia Triana, Carolina Torres, Lorena Torres, Andrea Guarín y
Federico Reyes
ACORDES LIBERADOS
LA FORMACIÓN MUSICAL EN CONTEXTOS PENITENCIARIOS COLOMBIANOS:
OBSERVACIÓN, PARTICIPACIÓN Y PERSPECTIVAS FUTURAS
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LA FORMACIÓN MUSICAL EN CONTEXTOS PENITENCIARIOS COLOMBIANOS:
OBSERVACIÓN, PARTICIPACIÓN Y PERSPECTIVAS FUTURAS
ACORDES LIBERADOS
TREINAMENTO MUSICAL EM AMBIENTES PRISIONAIS COLOMBIANOS:
OBSERVAÇÃO, PARTICIPAÇÃO E PERSPECTIVAS FUTURAS
RELEASED CHORDS
MUSICAL TRAINING IN COLOMBIAN PRISON ENVIRONMENTS: OBSERVATION,
PARTICIPATION, AND FUTURE PERSPECTIVES
Angélica Francisca,
Clara Patricia Triana,
Carolina Torres,
Lorena Torres,
Andrea Guarín,
Federico Reyes
1
Resumen
Este artículo presenta una reflexión sobre el proceso de formación artística musical desarrollado
en establecimientos penitenciarios de Colombia entre 2022 y 2024, en el marco del proyecto
“Formación desde la interculturalidad de las artes, saberes y territorios”. Este proceso, liderado
por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes en articulación con diversas entidades
estatales, ha tenido como propósito restituir derechos culturales y aportar a la dignificación de
las personas privadas de la libertad, especialmente a través de prácticas artísticas colectivas en
música y danza. En él participaron más de 5.000 internos y 80 artistas formadores, en 55
municipios del país. El artículo contextualiza esta experiencia en el marco de la política cultural
y educativa nacional, destacando su articulación con los objetivos del Plan Nacional de
Desarrollo 20222026 y la necesidad de superar el Estado de Cosas Inconstitucionales en el
sistema penitenciario. Se argumenta que la formación artística puede activar procesos de
transformación subjetiva, fortalecimiento de vínculos sociales y resignificación de identidades
en contextos de encierro. Lejos de entender el arte como una herramienta complementaria, se
propone aquí su potencial pedagógico profundo, capaz de abrir espacios simbólicos para la
1
Integrantes del Equipo interdisciplinar. Formación desde la interculturalidad de las artes, saberes y territorios.
Ministerio de las Culturas las Artes y los Saberes.
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memoria, el reconocimiento y la esperanza. Finalmente, se analizan algunos de los principales
logros y desafíos pedagógicos del programa, subrayando la importancia de sostener este tipo
de iniciativas en el tiempo como parte de una política pública de justicia social, paz y dignidad
humana.
Palabras clave: Educación, Centros penitenciarios, Música, humanización, libertad
Resumo
Este artigo apresenta uma reflexão sobre o processo de formação artisitca musical desenvolvido
em estabelecimentos penitenciários da Colômbia entre 2022 e 2024, no marco do projeto
“Formação desde a interculturalidade das artes, saberes e territórios”. Este processo, liderado
pelo Ministério das Culturas, das Artes e dos Saberes em articulação com diversas entidades
estatais, teve como propósito restituir os direitos culturais e contribuir para a dignificação das
pessoas privadas de liberdade, especialmente por meio de práticas artísticas coletivas em
música e dança. Participaram da iniciativa mais de 5.000 internos e 80 artistas formadores, em
55 municípios do país. O artigo contextualiza essa experiência no marco das políticas culturais
e educacionais nacionais, destacando sua articulação com os objetivos do Plano Nacional de
Desenvolvimento 20222026 e a necessidade de superar o Estado de Coisas Inconstitucionais
no sistema penitenciário. Argumenta-se que a formação artística pode ativar processos de
transformação subjetiva, fortalecimento dos vínculos sociais e ressignificação de identidades
em contextos de reclusão. Longe de entender a arte como uma ferramenta complementar,
propõe-se aqui seu profundo potencial pedagógico, capaz de abrir espaços simbólicos de
memória, reconhecimento e esperança. Por fim, são analisadas algumas das principais
conquistas e desafios pedagógicos do programa, destacando a importância de sustentar esse tipo
de iniciativa ao longo do tempo como parte de uma política pública de justiça social, paz e
dignidade humana.
Palavras-chave: Educação, Centros penitenciários, Música, humanização, liberdade
Abstract
This article offers a reflection on the process of musical artistic education carried out in
correctional facilities in Colombia between 2022 and 2024, within the framework of the project
"Education from the Interculturality of Arts, Knowledge, and Territories." This process, led by
the Ministry of Cultures, Arts, and Knowledge in coordination with various state entities, aimed
to restore cultural rights and contribute to the dignity of individuals deprived of liberty,
especially through collective artistic practices in music and dance. More than 5,000 inmates
and 80 teaching artists participated in this initiative across 55 municipalities in the country. The
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article situates this experience within the broader context of national cultural and educational
policy, highlighting its alignment with the goals of the 20222026 National Development Plan
and the urgent need to overcome the State of Unconstitutional Affairs in the prison system. It
argues that artistic education can trigger processes of subjective transformation, strengthen
social bonds, and reframe identities within incarceration contexts. Far from viewing art as a
complementary tool, the article proposes its profound pedagogical potential to open symbolic
spaces for memory, recognition, and hope. Finally, it analyzes some of the program's main
achievements and pedagogical challenges, emphasizing the importance of sustaining such
initiatives over time as part of a public policy grounded in social justice, peace, and human
dignity.
Keywords: Education, Correctional facilities, Music, Humanization, Freedom
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Introducción
Impulsada por los debates internacionales sobre los derechos culturales, la educación artística
en Colombia ha sido reconocida como un componente esencial del desarrollo humano desde
mediados del siglo XX. Entre ellos fueron decisivos el “llamado internacional para la
promoción de las artes y la creatividad en la escuela”, en el marco de la Conferencia General
de la UNESCO (1999) y la Conferencia Mundial sobre la Educación Artística de Lisboa en el
2006, donde se puso de relieve, el rol de la enseñanza de las artes para contribuir al fomento de
la calidad de la educación. En Colombia, la Constitución Política de 1991, planteó un avance
sustantivo para el fomento de las artes y la educación de las mismas al establecer que la cultura,
en sus diversas manifestaciones, es base de la nacionalidad y que el Estado debe promover el
acceso de todos los ciudadanos a la vida cultural de la Nación sin discriminar cual pueda ser su
condición de vida.
Más recientemente, la educación artística y, en particular, los procesos de formación musical,
han cobrado en Colombia una importancia especial al ser vinculados desde las políticas públicas
como una de las posibilidades para aportar en la resolución de las problemáticas estructurales
que enfrenta la población a lo largo y ancho del país. No se trata únicamente de llevar el arte a
las aulas educativas, para cumplir con lo establecido en la ley de educación (Ley 115 de 1994),
sino comprender que el derecho a participar del arte y la cultura supone algo más profundo,
incorporándolas en los procesos transformadores que requiere un país marcado por problemas
como el conflicto armado, la inequidad o la segregación, que han dejado y siguen dejando
huellas muy profundas y dónde la resiliencia, el perdón y la memoria necesitan vías concretas
para configurarse simbólicamente.
En este mismo sentido, se ha venido desarrollando el proceso de formación musical en
establecimientos penitenciarios (2022 a 2024) como un ejercicio de articulación
interinstitucional liderado por el Plan Nacional de Música para la Convivencia
2
, que inicia sus
acciones en 2002 como una iniciativa para fortalecer la política pública musical del país. La
formación musical en Cárceles, constituye un esfuerzo que ha supuesto la articulación de
entidades como el Ministerio de Justicia y del Derecho, el Instituto Nacional Penitenciario y
Carcelario (INPEC), el Instituto de Bienestar Familiar (ICBF) y la Biblioteca Nacional de
Colombia, liderados desde el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes. Este trabajo
intersectorial se ha desarrollado en el marco de los objetivos trazados por el Plan Nacional de
Desarrollo 2022-2026, “Colombia, potencia mundial de la vida, que busca "humanizar la
2
El Plan Nacional de Música para la Convivencia PNMC, de la Dirección de Artes del Ministerio de las Culturas,
las artes y los saberes está sustentado en el Conpes 3409 de 2006 tiene como objetivo central ampliar y fortalecer
la práctica, el conocimiento y el disfrute de la música; implementa tres líneas de política para promover el desarrollo
musical del territorio: Musicalización de la ciudadanía, Estructuración del campo profesional de la música e
Integración cultural e intersectorial. El PNMC afirma la práctica musical como un derecho cultural que se alcanza
a través de la generación de oportunidades de desarrollo musical, sin distinciones, a toda la población del país.
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política criminal"
3
como catalizador para superar el Estado de Cosas Inconstitucionales (ECI)
en el sistema penitenciario y carcelario declarado por la Corte Constitucional, con la Sentencia
T-153 de 1998 que desde entonces se ha ratificado con otras decisiones en el mismo sentido
(sentencias T-388 de 2013, T-762 de 2015, SU-122 de 2022).
Uno de los aspectos señalados por la Corte Constitucional, era precisamente la falta de una
necesaria coordinación interinstitucional para la implementación de soluciones sostenibles, lo
que en la práctica y para el caso de este proceso de formación, se ha conseguido a partir de la
integración de múltiples voluntades, estrategias y normativas, muchas veces concebidas desde
enfoques bastante diferentes, que requieren de una comunicación constante y efectiva entre los
actores involucrados para lograr un resultado positivo. Sin embargo los aspectos
administrativos y presupuestales, que a ojos de muchos son los únicos capaces de revertir la
situación, en realidad son solo la llave que abre la puerta a las acciones más profundas que son
igualmente necesarias.
En un establecimiento penitenciario, la realidad del país se hace particularmente visible en su
gran complejidad, no por las situaciones penales de las personas privadas de la libertad que se
encuentran en ella, sino tal vez, por su condición de aislamiento. Allí se da, por ejemplo, la
coexistencia forzada de actores de grupos armados antagónicos conviviendo en espacios que
plantean retos muy fuertes en cuanto a la posibilidad de avanzar en los objetivos de
resocialización de las políticas carcelarias. Por tanto, las acciones planteadas para superar el
ECI, suponen encontrar vías efectivas dirigidas a las personas en concreto y no solo a los
problemas en abstracto, para garantizar los derechos humanos, promover la resocialización
efectiva y posibilitar la reconstrucción de los lazos sociales afectados por el delito,
reconociendo que quienes habitan las cárceles, como todos los seres humanos, requieren para
su dignificación, la posibilidad de acceder a la educación, el trabajo, la cultura y las artes.
Se requiere por tanto que los procesos educativos observen la especificidad del contexto
penitenciario para que realmente cumplan un papel en la oportunidad que brindan estas
políticas
4
y para que sus efectos sean evidentes en la sociedad. No cualquier enfoque educativo
3
En Colombia, la política criminal está a cargo del Viceministerio de Política Criminal y Justicia Restaurativa del
Ministerio de Justicia y del Derecho, está constituida por un conjunto de acciones que el Estado establece para
enfrentar conductas que se consideran reprochables o perjudiciales para la sociedad. Su objetivo es proteger los
derechos de los colombianos.
4
El documento Conpes Plan Nacional de Política Criminal 2022 2025, comprende lo dispuesto por el Consejo
Superior de Política Criminal y se concibe como la hoja de ruta en materia de política criminal para los próximos
cuatro años. El Plan Nacional de Política Criminal busca mejorar la coordinación de la acción del Estado para
garantizar su efectividad en materia de política criminal a través de la definición de estrategias orientadas a
fortalecer la capacidad institucional, garantizar los bienes jurídicos de la población y cumplir los principios generales
del derecho penal.
Con el fin de cumplir con tales propósitos, el documento contempla estrategias encaminadas a:
1. Mejorar la capacidad de respuesta institucional del Estado para potenciar su efectividad y oportunidad a fin de
reducir el homicidio.
2. Perseguir la violencia sexual y basada en género que afecta a la población más vulnerable.
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es transformador: las prácticas que refuerzan el sometimiento, la competencia desmedida, las
que privilegian los conocimientos hegemónicos sobre los populares, las que perpetúan la
desigualdad, tienen efectos adversos sobre la población. La educación que se difunde a través
de redes sociales y medios mercantiles, que transmite imágenes y valores estéticos cuyo
objetivo es la manipulación del deseo de las personas en función de intereses comerciales y
propagandísticos, utiliza para ello las herramientas de la comunicación y la tecnología que,
en el caso de las digitales, es amplia y cotidianamente difundida por las redes mediáticas, no
es liberadora, sino que, además, contribuye a la construcción de ambiciones que paralelamente
a los conflictos ya mencionados llevan a muchos a infringir la ley. En el ámbito penitenciario,
el desafío es revertir estas tendencias a través de otras que dignifiquen y abran la posibilidad
efectiva de resocializar a las personas privadas de la libertad.
La educación artística ha liderado en el país
5
reflexiones sobre la importancia de educar la
sensibilidad de cada sujeto desde el reconocimiento mismo de su subjetividad, es decir, ¿quién
es?, el lugar al que se siente arraigado y la manera como se vincula a su contexto histórico y
social, así como la forma en que ha aprendido a ver el mundo. Esta sensibilidad que se desarrolla
a través de la participación en alguna práctica o prácticas artísticas, pasa por una preparación y
disposición de los sentidos y se afina en un hacer constante frente a un oficio o disciplina, pone
a quien lo practica en una actitud de atención permanente frente a lo que ve, lo que escucha y,
en general, lo que siente. Esta sensibilidad no garantiza una mágica transformación, como a
veces se quiere hacer pensar sobre el ejercicio de la educación en artes, pero si puede afirmarse
que esta preparación particular de los sentidos y el interés por desarrollar un oficio, una técnica
o un saber, va generando transformaciones en quien las realiza, de forma paralela a la
transformación plástica que sufren las materias en sus manos (incluido entre ellas el sonido y
las músicas). De nuevo, aunque la transformación surgida no está garantizada en términos del
3. Alcanzar mayor contundencia en la disrupción del crimen organizado.
4. Humanizar el sistema penitenciario y carcelario garantizando la efectiva resocialización.
5. Prevenir el uso y la participación de niños, niñas y adolescentes en actividades criminales.
6. Combatir el crimen en sus diferentes manifestaciones.
7. Atacar particularmente el fenómeno de la corrupción y sus efectos.
Recuperado de https://www.dnp.gov.co/Prensa_/Noticias/Paginas/conpes-aprobo-el-plan-nacional-de-politica-
criminal-2022-
2025.aspx#:~:text=2025%E2%80%8B%E2%80%8B-,Esta%20pol%C3%ADtica%20ser%C3%A1%20ejecutada%
20en%20cuatro%20a%C3%B1os%20y%20cuenta%20con,en%20los%20territorios%20del%20pa%C3%ADs
5
Uno de los documentos institucionales que da cuenta de este liderazgo es “Educación artística y cultural, un
propósito común : documentos para la formulación de una política pública en Colombia. Serie Cuadernos de
Educación Artística 1. Ministerio de Cultura, Dirección de Artes, 2008. Documento que presenta los resultados de
varios estudios y conferencias sobre la educación artística en Colombia. Resume los avances realizados en la
formulación de políticas públicas para la educación artística, evalúa el Sistema Nacional de Formación Artística y
Cultural, y describe los planes nacionales de música y artes con énfasis en la formación. También incluye un
análisis del estado actual y prospectivo de la educación artística en el país, así como los resultados de la
Conferencia Regional de América Latina sobre educación artística.
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juicio que al final se pueda hacer si se puede decir que es buena o mala dependedel nivel
de conciencia crítica de cada quién y en ello un maestro mediador puede ser de gran ayuda.
En este artículo se da cuenta de las particularidades del proceso de “Formación desde la
interculturalidad de las artes, saberes y territorios en establecimientos penitenciarios”, del cual
participaron durante el año 2024, 5.000 personas privadas de la libertad y 80 artistas formadores,
en 55 municipios y 22 departamentos, en un esfuerzo por fortalecer y consolidar la formación
musical desde una perspectiva pedagógica y de derechos culturales. Las acciones de este último
periodo han contado con antecedentes significativos desde el año 2008, con procesos desde la
literatura y las artes audiovisuales que abrieron un camino fundamental para llegar al éxito
actual. Se revisan aquí los logros de esta etapa reciente del proceso, tanto como los desafíos que
se han evidenciado. Esta iniciativa es entendida como un reconocimiento a las artes y las
músicas, no sólo desde el poder que tienen en términos pedagógicos, sino como oportunidades
de transformación, capaces de abrir caminos hacia la dignidad, la creatividad y la esperanza.
Observar y participar del fortalecimiento de los espacios musicales
El proceso de fortalecimiento en educación artística y musical en establecimientos
penitenciarios y carcelarios, ha sido planteado como una estrategia integral de intervención que
busca promover los derechos a la cultura y la educación, apoyando el proceso de integración
social de las personas privadas de la libertad. Este enfoque, propone la pedagogía musical como
eje transformador en la construcción de ciudadanías, la generación de liderazgos colectivos y
el fomento de entornos de paz
6
.
La estrategia se inicia con un primer acercamiento en 2022, a partir del cual fue posible
reconocer el interés de las personas privadas de la libertad, evidenciando en quienes
participaron en ese momento, saberes previos, grupos musicales constituidos y en la mayoría
de los casos el deseo de aprender o participar de la música en cualquiera de sus formas de
expresión. Este terreno propicio, que se articula con las políticas públicas y las sentencias de la
Corte Constitucional dio lugar a la conceptualización del proceso de formación, realizado
posteriormente en 2023 y 2024 con la perspectiva de mantenerse en el tiempo.
El diseño de la estrategia partió del reconocimiento de las condiciones específicas de los
establecimientos penitenciarios de los que se tenía noticia para 2022, teniendo en cuenta que en
algunos casos, las infraestructuras son construcciones recientes y bien equipadas, mientras que
en otros, los espacios educativos son aún insuficientes y resultan apenas adecuados para el
desarrollo de los procesos pedagógicos, muchos carecen de instrumentos musicales y materiales
apropiados. Sin embargo el tema de la infraestructura resulta una cuestión menor frente a la
diversidad de condiciones de los participantes, que va desde personas con experiencia y amplio
conocimiento en la música, hasta otras que se acercan por primera vez a este lenguaje. Está el
6
Documento Estrategia pedagógica. Ministerio de Cultura, Dirección de música, Formación.
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reto de aquellos que en principio parecieran no estar interesados en absoluto, pero que una vez
que tienen su primer acercamiento pueden encontrar para mismos todo un mundo por
descubrir. Además está el hecho de que se trata de personas adultas, todas con algún nivel de
educación, hombres y mujeres en condición de aislamiento, que salvo raras excepciones no
pueden estar juntos. Un hecho particular es que en algunos casos hay niños entre cero y tres
años que permanecen junto a sus madres privadas de la libertad. Cada situación particular
plantea un reto distinto, que debe ser abordado de manera conjunta, aprovechando los
momentos pedagógicos tal y como se presentan en cada lugar.
Por todas estas razones ha sido necesario que el programa proponga una estrategia pedagógica
situada, adaptada no solo a los establecimientos penitenciarios en general, sino a cada contexto
regional en particular donde se aplica y a cada momento en que se implementa. Eliécer Arenas,
psicólogo y educador musical, quien hizo aportes a la implementación de la estrategia
pedagógica al Ministerio de las Culturas las Artes y los Saberes, propuso tender puentes
experienciales entre tradiciones ligadas a la práctica escrita y conceptual de la música, y otras
tradiciones ligadas a la oralidad, a lo performático y al contacto trascendente con lo comunitario
y lo ancestral (Arenas, 2016). Esos puentes, se tienden desde lo pedagógico, de manera
significativa, para las personas privadas de la libertad, de forma que por ellos hacen tránsito las
necesidades y condiciones particulares y colectivas de un lado y del otro entran las sonoridades
del territorio, las prácticas artísticas, las memorias y los acontecimientos que se dan en la
posibilidad del encuentro en torno a lo artístico y musical.
Se han establecido, tres grupos hacia los que va dirigida la propuesta pedagógica, los cuales se
han nombrado usando términos que se refieren al espacio-tiempo en que se dan los encuentros.
Se llaman “ámbitos de implementación” a estos grupos de personas que en los diferentes
establecimientos penitenciarios, comparten ciertas particularidades en relación con lo que
puede ocurrir durante los momentos pedagógicos:
el primero, dirigido a mujeres, madres lactantes y gestantes, y niños menores de tres
años, se denomina “Laboratorios de creación artística y musical”;
el segundo ámbito, sigue el nombre general de la estrategia: Formación desde la
interculturalidad de las artes, saberes y territorios en establecimientos educativos
para personas privadas de la libertad” y se implementa a partir de la experimentación
sonora, el desarrollo y la fundamentación auditiva, el cuerpo y el movimiento, la voz,
el instrumento, la improvisación, la fundamentación estética y analítica, la
imaginación y el juego;
el último se centra en el fortalecimiento de agrupaciones musicales, con el fin de
consolidar o crear colectivos musicales que trabajen desde una perspectiva de
derechos culturales y promoción de culturas de paz.
El éxito alcanzado por esta iniciativa radica, al menos en parte, en la articulación
interinstitucional entre las entidades participantes. Sin embargo, cuando se habla de esta
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transversalidad institucional, no se puede pensar que esté garantizada únicamente por los
aspectos administrativos. Es en la cotidianidad de cada Artista Formador representando al
Ministerio de las Culturas las Artes y los Saberes, cuando se acerca a un establecimiento
penitenciario y es recibido por un agente del cuerpo de custodia que a su vez representa al
INPEC, donde la interinstitucionalidad se hace realidad. En tal sentido la responsabilidad de
que la estrategia pedagógica llegue a materializarse, en condiciones adecuadas, entre ellas el
cumplimiento de las estrictas medidas de seguridad y la normativa específica de cada regional,
está en manos de las personas que hace parte de ese engranaje articulador.
El equipo de Artistas Formadores fue seleccionado pensando en este delicado proceso, bajo
criterios rigurosos que incluyen formación profesional o técnica en sica como requisito
básico y debe estar complementada con una significativa experiencia previa en pedagogía, que
asuma responsablemente las variables psicosociales que implica la educación en artes. Otro
aspecto que se ha tenido en cuenta es el vínculo directo que el artista tiene con el territorio;
bien sea porque es originario del lugar donde se encuentra ubicado el establecimiento
penitenciario o porque está radicado allí y conoce su contexto y su cultura. Este último factor
ha sido crucial, ya que permite a los formadores trabajar desde una perspectiva situada,
conectando las prácticas pedagógicas y musicales con la memoria social y el repertorio sonoro
de cada región.
Durante 2024, el desafío del cubrimiento territorial estuvo ligado a la intención de priorizar los
lugares donde la estrategia pedagógica fuese especialmente relevante, de manera que se optó
por llevarla a los establecimientos penitenciarios donde no hay programas educativos
permanentes o continuos de otras entidades del estado. Si bien se incluyeron algunas grandes
ciudades, se priorizaron especialmente los municipios con centros penitenciarios en la ruralidad.
El programa pudo llegar finalmente a 55 municipios en 22 departamentos, de manera que el
despliegue supuso enfrentar desafíos logísticos, como las dificultades de acceso y las
condiciones de orden blico en algunos contextos muy específicos donde persiste algún tipo
de conflicto armado.
Este despliegue de nivel nacional supuso además de un acompañamiento muy cercano -remoto
durante la mayor parte del tiempo y presencial en todos los casos en que ha sido posible- a los
Artistas Formadores, para lo cual se conformó un equipo interdisciplinar que brindó apoyo
operativo y pedagógico, además de una mirada crítica e investigativa. Este acompañamiento ha
implicado que los profesionales del equipo se involucren directamente con los artistas y las
personas privadas de la libertad en todo el proceso, participando en sus actividades y
observando de primera mano sus interacciones. Esta forma de trabajo, ha permitido ajustar
estrategias en tiempo real, asegurando la efectiva realización de los momentos pedagógicos y
promoviendo una intervención integral que abarca aspectos pedagógicos, psicosociales, de
derechos humanos y de memoria social.
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Cambiar desde 'adentro': acordes en transformación
Al interior de los establecimientos penitenciarios el término "momentos pedagógicos" sustituye
al de "clases" para destacar la naturaleza especial y significativa de estas oportunidades de
encuentro. Cada uno de estos momentos es único y tiene un carácter transformador potencial,
de tal manera que, incluso si las circunstancias de participación sólo permitieran un encuentro,
este, podría abrir un espacio para la reflexión sobre los aspectos desarrollados en él. Sin
embargo, cuando estos momentos se sostienen en el tiempo, se convierten en procesos
formativos que no solo permiten el aprendizaje y perfeccionamiento de algunas habilidades
sino que, también, pueden conducir a la creación artística y aportar decididamente a un ejercicio
de conciencia sobre el proceso de crecimiento personal
El verdadero poder de estos momentos radica en su capacidad para generar una interacción
significativa entre la didáctica que propone el artista formador y las expectativas de las personas
privadas de la libertad. Un ejemplo entre aquellos que vale la pena destacar, ocurrió en el Centro
Penitenciario de Alta y Mediana Seguridad El Barne (CPAMSEB), donde la Artista formadora
a cargo, implementó un ejercicio rítmico con vasos plásticos
7
en septiembre de 2024. Este
ejercicio sencillo involucraba una secuencia rítmica: dos golpes del vaso sobre la mesa,
seguidos de una palmada, un cambio de mano con el vaso y luego su pase al compañero. Tap,
el vaso da la vuelta, tap tap. La secuencia, aunque aparentemente simple, se hace gradualmente
más compleja y exige mayor concentración, memoria y coordinación.
Lo que había comenzado como un juego rítmico pronto se fue convirtiendo en un ejercicio
colectivo de responsabilidad y empatía. Cada participante fue asumiendo un rol crucial en el
éxito del grupo; si alguien cometía un error, el grupo volvía a empezar, pero lejos de generar
conflictos, estos se resolvían con tolerancia y risas hacia quien fallaba. El ejercicio buscaba
fomentar habilidades musicales, como el sentido rítmico y la sensibilidad auditiva, utilizando
el cuerpo como instrumento principal para interiorizar pautas sonoras. Este aprendizaje práctico
permitió a los participantes una lección de carácter más trascendente: experimentar el
significado de trabajar hacia un objetivo común donde la colaboración, y no la competencia,
aseguran el éxito colectivo.
Cuando el ejercicio se intensifica en velocidad y dificultad, aumenta también el nivel de
responsabilidad individual. Cada participante debe asegurar el cumplimiento de su rol para que
el grupo avance. El juego de responsabilidad evidenciado aquí en una didáctica concreta, se
amplía luego a otros momentos pedagógicos y a otros espacios, que van desde los que tienen
que ver con el aprendizaje de un instrumento musical hasta aquellos que permiten la
composición de piezas originales colectivas o individuales.
7
Este método para enseñar habilidades rítmicas se deriva de los métodos propuestos por Jacques Dalcroze y
aunque aq se señala este ejemplo situado, ha sido frecuentemente utilizado por otros artistas formadores
vinculados al proceso de formación musical en centros penitenciarios.
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La resocialización desde el punto de vista del Estado, es un compromiso amplio y complejo,
que comienza desde el momento mismo en que una persona es apartada de la sociedad para
cumplir una decisión de los estamentos judiciales. Desde el punto de vista de la persona que ha
sido privada de la libertad, se convierte en una necesidad, cuando toma conciencia de su
exclusión y su aislamiento. Las acciones emprendidas por la justicia, pasan por la necesidad de
individualizar al sujeto que ha cometido, o presuntamente ha cometido, un delito, a fin de que
asuma las consecuencias del dictamen que recae sobre él. Al verse inmerso en este proceso, el
individuo se ve afectado en dos vías diversas: una ruta legal, para la cual se establecen una serie
de procedimientos y normativas que el Estado está obligado a garantizar, cuidando
especialmente que no se vulneren aquellos derechos fundamentales que ninguna persona puede
perder bajo ninguna circunstancia; la otra ruta es de carácter más social y afecta su relación con
los otros y con el contexto que hasta ese momento le era propio.
La sociedad segrega, excluye, olvida y condena (por encima incluso de las decisiones de la
justicia), de manera que quien está privado de la libertad, tiene la percepción de haber perdido
incluso la posibilidad de ser reconocido como persona. El papel que cumplía dentro del grupo
social del cual hacía parte, como trabajador, como padre, madre, hermano, funcionario o
cualquiera otro, ha dejado de caracterizarlo y se le vincula principalmente con al delito que se
le ha atribuido. Esto significa que su identidad con otros, con la cultura de la que hacía parte y
con los lugares que habitaba; los vínculos afectivos, familiares, laborales que había construido
antes de estar en aislamiento, quedan rotos o por lo menos suspendidos temporalmente hasta
tanto su situación legal no se resuelva total o parcialmente.
La ruta legal, garantizará que las penas sean las adecuadas y los procesos sean los debidos, pero
garantizar que los lazos sociales rotos se restablezcan, es una cuestión que no sólo tiene que ver
con la ley, supone un asunto estructural en relación con la mirada de la sociedad sobre un
sindicado y, quizá lo más importante, un trabajo muy fuerte de superación de quien vive el
proceso de privación de libertad.
Encontrar nuevas formas de identificarse, o reencontrarse con aquellas que parecían perdidas
como sucede con la memoria simbólica que vincula a cada persona con su cultura y su lugar
de origen, es un ejercicio que exige la confluencia de múltiples factores. La educación en
general, dentro de los establecimientos penitenciarios, contribuye de manera significativa a la
reconstrucción de la identidad en la medida en que permite a las personas apropiarse de un saber
o de un saber hacer que resulta útil tanto en su presente de aislamiento como en su eventual
desempeño laboral a futuro. No obstante, la educación artística va un paso más allá, al ofrecer
un espacio donde las emociones pueden encontrar vías de expresión y resignificación, al ser
atravesadas y transformadas a través de los lenguajes simbólicos.
Cuando las personas privadas de la libertad reconocen, a través de sus ejercicios artísticos y
musicales, otras formas de vincularse con ellas mismas, con los otros o de protagonizar su
propio rol ya sea en una actividad sencilla con niveles crecientes de complejidad o en el
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transcurso de un proceso formativo que demanda asumir responsabilidades a mediano y largo
plazo se abren posibilidades personales de aprendizaje para quienes las sentían cerradas. Este
proceso está vinculado al desarrollo de una sensibilidad particular, cultivada mediante la
disciplina y la conciencia crítica sobre el hacer artístico. En los ejercicios mencionados, se hizo
visible la posibilidad de establecer otras formas de vinculación, tanto con los demás como
consigo mismos, revelando caminos alternativos para la construcción de identidad y
convivencia.
En consecuencia la estrategia que se ha planteado desde la educación artística entiende que la
resocialización implica no solo asumir la responsabilidad individual que la justicia exige, sino
también la apertura hacia el reconocimiento propio y de los demás como sujetos que integran
una sociedad, enmarcada en derechos, deberes y dinámicas de convivencia. En tal sentido
reconstruir los vínculos sociales, supone volver a formar parte de un entramado en el que se
está en relación permanente con otros seres humanos, con el entorno natural, rural, urbano y
cultural. Desde esta perspectiva, la resocialización exige una resignificación de la identidad
subjetiva, entendida como un proceso dinámico y continuo en el cuál la elaboración simbólica
permite un mayor nivel de conciencia. Esta idea se articula con lo planteado por Peter L. Berger
y Thomas Luckmann (1966), quienes, en su teoría sobre la construcción social de la realidad,
sostienen que la socialización constituye un proceso permanente de formación y transformación
de la identidad del individuo a través de su interacción con el entorno social. Aunque el enfoque
de estos autores no se centra exclusivamente en la resocialización relacionada con los procesos
de encierro, proporciona un marco teórico que permite comprender cómo los sujetos elaboran
permanentemente su identidad en la medida en que avanzan en la posibilidad de reinsertarse en
la sociedad, siempre en diálogo con los otros y con el mundo que habitan.
Razones subjetivas e instancias de libertad
Si bien el proceso de formación musical no aborda de manera directa las causas que han llevado
a las personas privadas de la libertad a ser sindicadas o condenadas es decir, no se discuten
los delitos cometidos ni sus motivacionesla música se convierte en otra forma de narrar
experiencias de todo tipo, de manera directa o utilizando las palabras de otros. El arte, y en
particular la música, constituyen ante todo un medio para expresar emociones, muchas de las
cuales no han sido verbalizadas o tal vez jamás podrían serlo de otra manera ya que la música
dispone de lenguajes (letra y acordes) que se combinan y aúnan para expresar sensaciones y
sentimientos mezclando armonías y remembranzas que permiten imprimir matices personales
y colectivas (según habilidades y motivaciones algunas circunstanciales y otras de elaboradas).
Las letras de las canciones, por ejemplo, o, s bien, la apropiación y el análisis que las
personas privadas de la libertad hacen de ellas, genera una cierta conexión e identificación en
sentido sensible. De alguna forma se convierten en una vía para apropiar palabras que otros han
convertido en metáforas y símbolos, resonando profundamente con la historia personal de
quienes, por momentos, las hacen propias. En algunos casos, especialmente entre las personas
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de mayor edad, han surgido composiciones inéditas. Las letras de sus canciones sin que se
pretenda hacer una generalización abordan temas como el perdón, la squeda de caminos
hacia la paz, la apertura a nuevas oportunidades y el reencuentro con los amigos y la tierra de
origen y, si bien algunas letras relataban historias concretas, marcadas por la tristeza, la mayoría
toma como hilo conductor la esperanza.
La privación de la libertad lleva a una reflexión inevitable sobre el significado profundo del
concepto y el uso de esta palabra (libertad), tan compleja de definir y conocer plenamente, salvo
que la pensemos como la superación de los retos que las circunstancias imponen. Parte
importante de asumir nuevos roles, después de haber perdido los que se acostumbraban, es
reconocer los derechos perdidos y los que no lo están. Al interior de los establecimientos
penitenciarios, los derechos más limitados (al menos transitoriamente) son los políticos, como
el derecho a ocupar cargos públicos, el libre desplazamiento, la interacción social y la
comunicación exterior. Sin embargo al entrar en un establecimiento penitenciario, no se pierde
la calidad de ciudadano y por lo tanto no se deja de ser sujeto de derechos.
Si bien las condiciones de privación de libertad no son ideales bajo ninguna circunstancia, para
algunos, los desafíos del aislamiento realmente se convierten, en una oportunidad para el
cambio positivo, la reformulación de prioridades y el descubrimiento de nuevas posibilidades
como seres humanos. Para lograr estos avances resulta decisivo que existan oportunidades para
iniciar y desarrollar acciones en el marco de propuestas orientadas a alcanzar estos propósitos.
El ejercicio de formación musical apoya la restitución de derechos culturales, tales como el
derecho de participar en la vida cultural, gozar de las artes, acceder a la formación musical y
disfrutar de las expresiones culturales en su diversidad y promueve el derecho a ser escuchado
además de potenciar la capacidad de expresar emociones, esenciales en estos procesos de
transformación.
Los derechos culturales que habitualmente pasan a un segundo plano frente a los que atañen a
situaciones de primera necesidad, como la salud o la alimentación, están directamente ligados
con el reconocimiento de la dignidad de las personas. Al entrar en un establecimiento
penitenciario en calidad de sindicado o condenado, -la percepción de- la pérdida de la dignidad
en la dimensión de la que se disponía en otros momentos de la vida cotidiana es algo que se
experimenta casi automáticamente. Por tanto para comenzar a sentirse de nuevo parte integrante
de la sociedad, las personas privadas de la libertad necesitan re-conocer su propia humanidad y
encontrar de nuevo su capacidad para interactuar y relacionarse con otros, tal como lo plantea
la constitución colombiana. Para ello la posibilidad de apropiarse, o reapropiarse de una
tradición, una memoria y unas manifestaciones culturales ligadas a lo espiritual y sensible que
reconforta, es esencial para quienes están privados de la libertad, en medio de las condiciones
que tiene reservada la sociedad para quienes han cometido las presuntas o reales acciones
delictivas que los llevan al encierro
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Un ejemplo representativo en ese sentido, es el que encontramos en Santa Rosa de Viterbo,
Departamento de Boyacá; donde un grupo de personas privadas de la libertad, acompañadas
por el formador que ha llevado el proceso, con el apoyo de las directivas del establecimiento
penitenciario, recuperaron un importante y olvidado grupo de instrumentos de cuerda: tiples,
guitarras, bandolas y un arpa a la que quizá aún le faltan un par de cuerdas. Para la muestra de
cierre del proceso desarrollado durante 2024 todos se prepararon especialmente por iniciativa
propia: camisa limpia y bien planchada, corte de pelo y afeitada con esmero.
Se habían preparado durante varios meses: algunos al iniciar el proceso, no sabían más que
rasgar la guitarra, pero los que si sabían interpretarla, apoyaron al formador en cada momento
pedagógico, con ello se logró que, a la hora del cierre, en realidad se sintiera la armonía. Los
que ya tocaban desde antes retomaron algo que estaba en el olvido y se dieron cuenta de lo bien
que podían hacerlo y, más que nada, de lo bien que se sentían al volver a producir melodías y
guiar a otros en un proceso superador. Entre ellos empezaron a reconocerse como el intérprete
del tiple o el de la voz de barítono, el de la percusión o el que conoce el repertorio de carranga
o de bambuco. Se logró en ese sentido, más allá de una cualificación de la técnica musical, un
cambio importante en la dignidad: el ser reconocido por lo que se sabe, por la capacidad que se
tiene para hacerse cargo de algo, de sí mismo y de la relación con otros.
Acompañamiento desde el corazón.
La legislación colombiana reconoce mediante la Ley 65 de 1993 y la Sentencia T-388 de 2013
de la Corte Constitucional, la importancia del vínculo entre las madres privadas de la libertad y
sus hijos, permitiendo que los niños recién nacidos permanezcan con sus madres hasta los tres
años, siempre que estas lo soliciten y se garanticen los derechos fundamentales de los menores.
Con ello se busca reducir el impacto negativo que la separación de la madre puede tener en el
niño, especialmente en los primeros años de vida. Este enfoque está respaldado por acuerdos
entre el INPEC, el ICBF y entidades administradoras del servicio (EAS), cuya misión es velar
por la atención integral de los menores en los establecimientos penitenciarios.
Las madres gestantes y lactantes cuentan con medidas especiales, como pabellones exclusivos,
guarderías para la atención diaria de los niños y apoyos básicos como alimentos, pañales y leche,
cuando es necesario. Esta medida responde a las políticas que priorizan la protección de los
derechos de los niños y las mujeres en situación de vulnerabilidad.
A pesar de estas disposiciones, al inicio del proceso de formación musical, los artistas
formadores enfrentaron retos significativos con este grupo que, en su conjunto, se denominó
Ámbito uno. En muchas ocasiones, las madres mostraban una actitud distante hacia sus hijos
e, incluso, preferían que permanecieran bajo el cuidado de los servicios del DIER (Desarrollo
Infantil en Establecimientos de Reclusión) mientras ellas trabajaban. Esta desconexión,
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demanda una reflexión profunda y una adecuación a las circunstancias por parte de los
formadores para integrar a las madres y los niños en los momentos pedagógicos.
Poco a poco los encuentros y las experiencias con las madres y los niños fueron dando los
resultados esperados: a finales de octubre de 2024, en Bucaramanga por ejemplo, ellas relataron,
como las canciones trabajadas durante los momentos pedagógicos se fueron integrando a la
cotidianidad acompañando actividades como el baño, la alimentación y el cambio de pañal de
sus hijos.
Según describen los artistas formadores, este hábito transformó significativamente la relación
madre-hijo, promoviendo un entorno más amoroso y reduciendo comportamientos de crianza
violentos. Las madres relataron que el canto, el movimiento y la composición musical les
permitieron conectarse con ellas mismas y con sus bebés de maneras profundas. Las actividades
no solo fomentan la expresión emocional y la creatividad, sino que también ayudan a las madres
a reconocerse en sus potencias como mujeres creadoras y transformadoras de su realidad
cotidiana. Además, los espacios compartidos con otras madres facilitan la formación de redes
de apoyo, reduciendo la sensación de aislamiento.
Las músicas y las artes actúan como ruta de cambio tanto para las madres lactantes, como para
las gestantes. Estas mujeres encontraron en las actividades musicales un espacio para mejorar
su estado de ánimo, establecer conexiones emocionales con otras madres y vincularse con sus
bebés por nacer a través del canto y el movimiento. Las prácticas referidas, tal como lo plantea
Gabriel Federico (2005), no solo benefician la salud mental de las madres sino que también
acompañan el desarrollo saludable de los bebés al transmitirles tranquilidad y afecto durante la
gestación.
Para que estas transformaciones se mantengan, es crucial que los procesos tengan continuidad
y acompañen a las mujeres durante toda la gestación y la crianza temprana. La música, nutre
emocionalmente tanto a la madre como al bebé y se vuelve parte del bienestar integral,
fortaleciendo el vínculo materno-infantil y dignificando la vida al interior de los centros
penitenciarios.
Emociones y músicas al viento
Uno de los aspectos más visibles del proceso hacia el exterior de los centros penitenciarios son
las agrupaciones musicales conformadas por las personas privadas de la libertad. En algunos
casos, estas agrupaciones cuentan con una trayectoria de varios años, y, en otros casos su
excelente calidad musical ha trascendido los muros del encierro. Un hecho particularmente
destacado es la creación de algunos grupos musicales integrados tanto por personas privadas de
la libertad como por agentes del cuerpo de custodia. Esta dinámica resulta profundamente
emocionante, pues en lugar de dar continuidad al antagonismo inherente a sus roles, los
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participantes encuentran en la música un espacio en el que todos son iguales o, más bien, en el
que cada quien asume un nuevo rol en busca de un objetivo común.
Algunas de estas agrupaciones surgidas en los centros penitenciarios, han logrado presentarse
en lugares públicos fuera de las cárceles, ganándose el reconocimiento de sectores significativos
de la sociedad. Su existencia no solo visibiliza su talento, sino que también se convierte en un
factor clave para la dignificación de sus integrantes, permitiéndoles ser valorados más allá de
su condición de sindicados o condenados.
Durante los acompañamientos realizados a diversas agrupaciones musicales, se observó cómo
las personas privadas de la libertad adoptaron una identidad como músicos, con roles y
responsabilidades claramente definidas. Este cambio les permitió avanzar en sus procesos de
montaje musical, a la vez que desarrollaron habilidades sociales y comunicativas esenciales. En
este "nuevo aquí y ahora", la etiqueta de privado de la libertad pasó a un segundo plano, y
comenzaron a concebirse como miembros activos de un grupo social y musical.
El papel del artista formador es crucial para consolidar, mantener o permitir que surja una
agrupación musical en los centros penitenciarios, enfrentando retos que van desde la afortunada
liberación de algunos de sus integrantes clave que puede dejar a las agrupaciones sin sus
voces principales, pianistas o instrumentos indispensables hasta las diferencias personales
entre los privados de la libertad que las conforman. En las orquestas o ensambles emergentes,
aunque la disposición de sus integrantes puede ser mayor, las disparidades en los niveles de
interpretación musical son visibles, de manera que el trabajo que se requiere llegar a una mínima
armonía la mayoría de las veces resulta un trabajo arduo. Además, las condiciones para
garantizar la continuidad no siempre son óptimas debido a las limitaciones de los recursos y las
circunstancias del entorno penitenciario.
Ante estas situaciones, el artista formador desempeña un papel pedagógico determinante,
encontrando alternativas creativas y estrategias efectivas para enfrentar las dificultades y
garantizar el avance del grupo. En el caso de Coiba en 2024, el formador de ese espacio,
demostró la importancia de establecer acuerdos claros y una disciplina rigurosa. Durante la
muestra final, tuvo que tomar la difícil decisión de prescindir de uno de los mejores exponentes
de hip hop del grupo, quien, a pesar de su talento, no cumplió con la constancia requerida
durante el proceso. Este golpe de realidad no solo fortaleció el compromiso del resto del grupo,
sino que posiblemente ayudó al participante excluido a reflexionar sobre la relevancia del
esfuerzo y la dedicación en cualquier emprendimiento colectivo.
El artista formador, para estos casos requiere de una gran capacidad, conocimientos y
adecuación a las distintas circunstancias para la organización de sus grupos, no solo para
guiarlos en los aspectos musicales, sino para actuar como mediador, motivador y ejemplo de
constancia, mostrando que la música puede ser un vehículo para enseñar lecciones de vida
fundamentales, como el valor del compromiso, el trabajo en equipo y la disciplina.
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La confianza y libertad de expresión generadas por estas experiencias abren el camino para que
los participantes expresen su deseo de ser reconocidos por la sociedad más allá de su condición
actual. Como lo mencionó un participante del pabellón 7 en el compartir musical de Coiba,
Ibagué: Sabemos que cometimos errores graves que nos trajeron aquí, pero no somos solo
personas que han; también somos padres, hijos, hermanos, profesionales, y más”.
Resonancias de libertad y aprendizaje
Más que un cierre este artículo muestra un corte en el proceso al que se espera dar continuidad
por todo lo que implica. Hacer un balance en este punto permite dejar algunas consideraciones
iniciales que quizá sean puntos de partida para el trabajo a futuro y parte de la memoria de lo
ocurrido hasta ahora. Algunas consideraciones resultantes de ese, siempre transitorio, balance:
Llevar la educación artística y musical a los centros penitenciarios, ha permitido probar
otras formas pedagógicas diferentes de las tradicionales, que buscan promover
habilidades sociales, disciplina y compromiso. Más allá de los aspectos técnicos, la
música se abre como espacio inigualable de expresión emocional, permitiendo a los
participantes reconectar con su humanidad y reconstruir su identidad desde un lugar de
dignidad y creatividad;
el enfoque pedagógico flexible que se adapta y se sitúa reconociendo las condiciones
particulares de cada establecimiento penitenciario, de sus participantes y de los
contextos en donde se realizan las experiencias permite reconocer las diferencias
individuales, territoriales y culturales, e integrarlas al proceso educativo Allí está la
clave para garantizar un aprendizaje significativo que respeta los contextos y potencia
las capacidades individuales y colectivas;
el rol del artista formador como mediador resulta central en la medida en que quienes
se vinculan para cumplir ese rol, no solo cumplen una labor pedagógica, sino también
actúan como mediadores culturales y psicosociales. Su capacidad para fomentar el
trabajo colaborativo, escuchar las necesidades de los participantes y encontrar
soluciones creativas ante las limitaciones del entorno carcelario es esencial para el éxito
del programa y la transformación personal de las personas privadas de la libertad;
A través de la formación musical, los participantes han tenido la oportunidad de
descubrir y ejercer algunos de sus derechos culturales, cuya existencia y oportunidad de
acceso muchas veces eran desconocidos para ellos. Este proceso ha permitido construir
espacios de libertad real y simbólica dentro de un contexto de privación, fortaleciendo
su identidad individual y colectiva, lo que genera un impacto positivo en su bienestar
emocional;
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el reconocimiento de las agrupaciones musicales formadas, o consolidadas en el
proceso, refuerza la posibilidad de que la música sirva como posibilidad para la
reintegración social. Estas iniciativas dignifican a las personas privadas de la libertad,
permitiéndoles mostrar una nueva faceta de sus vidas que trasciende los errores del
pasado y los conecta con la comunidad en un marco de respeto y reconocimiento mutuo;
el proceso de formación musical en los centros penitenciarios se convirtió en un espacio
de respeto a las diversas formas de interacción, que se amplía para abarcar múltiples
formas de participar en la experiencia musical. Los tiempos de vinculación a las
prácticas musicales activas, se dieron de manera natural y voluntaria por parte de las
personas privadas de la libertad, dándoles así autonomía y libertad de decisión. Escuchar
y contemplar fueron tan valiosos como interpretar o componer, reconociendo que cada
quien encuentra su propia manera de “musicar,” un concepto que Christopher Small
(1998) define como “[...] tomar parte, de cualquier modo, en una performatividad
musical, ya sea interpretando, escuchando, ensayando, componiendo o bailando [...]”;
las músicas y repertorio que hicieron presencia en cada encuentro son esos puentes a los
que refiere que habla Arenas (cita previa), entre el mundo exterior que se anhela y se
recuerda, adentrándose en la memoria, el sentimiento y el deseo de retornar la vida. No
importa si se trata del vallenato, la ranchera, el hip hop o las músicas tradicionales
colombianas, la diversidad de todos estos ritmos se compagina con las historias
personales y se crean conexiones y proyecciones sonoras que para cada quien son
especiales y muchas veces profundas;
el concepto de “historia sonoro-musical,” comúnmente abordado en musicoterapia,
resulta muy pertinente para pensar de qué manera cada sujeto, carga consigo un archivo
de experiencias ligadas a sonidos, géneros y artistas que les han marcado
emocionalmente. En los momentos pedagógicos, estas memorias encontraron un
espacio seguro para ser evocadas, transformadas y compartidas. Una muestra
conmovedora de esta conexión fue la recreación espontánea de versos que se dio en
muchas de las muestras de cierre en diferentes centros penitenciarios del país. Uno de
esos versos decía: “Qué ingenuo fui cuando me imaginaba que las cosas que mi madre
me brindaba no costaban y que se las regalaban,” probablemente inspirada en la canción
"Los Caminos de la Vida" durante un taller en el pabellón de mujeres de Coiba.
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