Una mirada al campo de la educación artística
La apuesta política e histórica de la educación artística ha transitado por diversas
denominaciones: educación por el arte, a través del arte, desde las artes, pedagogía artística,
formación artística, entre otras; teniendo diferencias dependiendo de los contextos
sociohistóricos, políticos, educativos y culturales en los que se ha situado.
Una de las perspectivas que mayor influencia ha tenido en América Latina es la educación por
el arte, que posteriormente -y en la actualidad- se ha permeado por los estudios de la cultura
visual, la investigación-creación y los estudios decoloniales. Cada elemento mencionado en las
líneas anteriores merece un detenimiento detallado que desborda el alcance de este artículo,
pero que se señalan para que cada lector pueda situarse con relación a este vasto panorama que
requiere seguir nombrándose.
Por lo pronto, y para el presente escrito se comparte una aproximación al campo de la educación
artística reconociendo que diversas perspectivas y enfoques persisten en el tiempo y coexisten
con otros modos que han emergido posteriormente. En ese sentido postulados de Herbert Read,
Elliot Eisner, Ana Mae Barbosa, Fernando Hernández y representantes de INSEA y el CLEA
mantienen vigencia en nuestros territorios que con variaciones se ha conocido como la
educación a través de las artes y han dado paso a los currículos DBAE (Discipline Based Arts
Education) y DBME (Discipline Based Music Education) (Jiménez, Aguirre y Pimentel, 2009).
La educación artística en consonancia con la denominación de lenguajes, ha asumido las
relaciones entre arte y educación poniendo en el centro al sujeto más allá de una formación
disciplinar específica, asunto que continúa implementándose en diversos contextos educativos.
Sin embargo, los procesos educativos continúan basándose en acciones de corte
expresionista como medio y fin último. Es decir, el arte sigue siendo medio, en tanto el sujeto
pudiese expresar todo aquello que llevaba por dentro, desde un lugar bastante individualista.
Este asunto es vigente hoy en día, no obstante, es importante relativizarlo, en tanto los contextos
de producción, creación y circulación del arte han cambiado, así como las prácticas educativas
del arte que se realizan en las instituciones educativas, culturales o artísticas.
En ese sentido, es importante revisar cuidadosamente las distintas lecturas que se tienen del arte
como expresión para mirarlo críticamente y revisarlo a la luz de las circunstancias actuales que
nos ha correspondido vivir. Por tanto se hace necesario ampliar, problematizar y actualizar la
mirada sobre la educación por el arte que convive entre nuestras prácticas, nuestras condiciones
como docentes/artistas, en los contextos históricos e institucionales en el que se instala este
discurso. Por ello, más que definir a priori si lo que se hace es educación por el arte u otra
denominación, vale la pena nombrar modos de entender lo educativo y lo artístico para
establecer puentes metodológicos que permitan redimensionar las relaciones preexistentes entre
estos dos universos: el arte y la educación, reconociendo su origen y mutaciones en su práctica.
De este modo, se advierte la presencia de otros discursos y prácticas asociadas como la noción
de modelos formativos denominados por Aguirre (2005) como filolingüista, expresionista y